sábado, 3 de enero de 2009



Mientras el Presidente electo Barack Obama, de vacaciones en Hawai el 26 de diciembre, contemplaba un show de delfines con su familia en Sea Life Park, un ataque aéreo israelí asediaba la depauperada Franja de Gaza, matando a más de 300 personas e hiriendo a más de mil.

Era el ataque más mortífero contra Gaza de los últimos veinte años y la reacción inicial de Obama en el que podría ser su primer test como Presidente se limitó a la frase: “No hay comentarios”. Mientras tanto, Israel ha estado preparándose para una invasión terrestre, acumulando tanques a lo largo de la frontera y llamando a filas a 6.500 reservistas.

En el Face the Nation del domingo, el alto asesor de Obama David Axelrod explicó en la casa de huéspedes de Chip Reid cómo manejaría la situación una administración Obama, aunque empeorase.

“Bien, desde luego, el Presidente electo reconoce la relación especial entre Estados Unidos e Israel. Es un vínculo importante, una relación importante. Y él va a respetarla… Cuando Hamas empezó a lanzar cohetes, Israel respondió. Es algo con lo que él está comprometido. Y es obvio que esta situación se ha ido complicando aún más en los últimos días y semanas”.

Reiterando la idea de que los bombardeos contra Gaza eran un acto de represalia y no de agresión, Axelrod, en nombre de la administración Obama, continuó extendiendo la misma desinformación que el Presidente Bush: que Hamas fue el primero en romper el acuerdo de alto el fuego que había acabado hacía una semana, y que Israel estaba simplemente respondiendo de forma juiciosa.

Además del hecho de que la respuesta de Israel es cualquier cosa menos juiciosa, la idea de que fue Hamas quien rompió la tregua de seis meses es una mentira total.

En la noche de las elecciones estadounidenses, Israel disparó varios misiles contra Gaza que tenían como objetivo acabar con la construcción de un túnel que creían que Hamas estaba preparando para secuestrar soldados israelíes. La carnicería desencadenada por los bombardeos israelíes de Gaza en las últimas seis semanas acabó con las vidas de docenas de palestinos.

“La escalada hacia la guerra podría, y debería, haberse evitado. Fue el Estado de Israel quien rompió la tregua, en el ataque del ‘túnel de relojería’… hace dos meses”, el grupo por la paz israelí Gush Shalom escribió en un comunicado de prensa. “Desde entonces, el ejército ha seguido avivando los fuegos de la escalada con ataques y asesinatos selectivos, cuando el lanzamiento de misiles contra Israel decreció”.

En los últimos siete años, a causa de los cohetes palestinos resultaron muertos sólo 17 ciudadanos israelíes, lo que hace extremadamente difícil para los políticos israelíes, inmersos en las próximas elecciones, defender que su respuesta ha sido proporcionada o defendible en modo alguno.

La asimetría del conflicto deja una oportunidad para que el presidente en ciernes Barack Obama pudiera presentar una crítica dura. Tiene todo el derecho a oponerse a la beligerancia de Israel. La comunidad internacional y la mayoría de la opinión pública estarían a su lado. Sin duda alguna sabe que la desproporcionada respuesta de Israel ha infligido un dolor insoportable a los palestinos, además de todo lo que bloqueo ha hecho impidiendo que entren suministros médicos vitales y de otro tipo a Gaza, donde cientos de enfermos han muerto como consecuencia de un inadecuado tratamiento médico.

Mientras las bombas caen ahogando a la población palestina y las fuerzas israelíes preparan una invasión por tierra, Obama controla la situación a distancia tras una charla con la Secretaria de Estado Condoleeza Rice y otros funcionarios de la administración Bush. Eso no es ejercer liderazgo; eso no es más que la continuación de una política que ha dejado a los palestinos casi sin recursos, contra la pared, haciéndoles perder cualquier tipo de esperanza en una paz duradera.

“En julio pasado, el presidente electo estuvo en Sderot, en el sur de Israel, una ciudad que se ha llevado la peor parte de los ataques de Hamas”, dijo David Axelrod a Chip Reid en Face the Nation. “Y dijo entonces que, cuando las bombas llueven sobre tus ciudadanos, hay que responder con urgencia y actuar e intentar acabar con todo eso. Por tanto, ya lo saben, eso fue lo que dijo entonces y pienso que eso es lo que él cree”.

Si Axelrod tiene razón y Barack Obama apoya consiguientemente el baño de sangre infligido a inocentes palestinos por parte del ejército israelí, no debería haber celebración alguna durante el Día de la Inauguración de 2009, sólo protestas masivas frente a una política exterior hacia Oriente Medio que urge cambiar de una vez para que pueda al fin comenzar en la región un proceso legítimo de paz.

Joshua Frank es co-editor de Dissident Voice y autor de “Left Out! How Liberals Helped Reelect George W. Bush” (Common Courage Press, 2005), y junto a Jeffrey St. Clair, el editor del Nuevo libro “Red State Rebels: Tales of Grassroots Resistance in the Heartland”, publicado por AK Press en Julio de 2008

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