Las pruebas PISA (Programa para la Evaluación Internacional
de Alumnos), se realizan cada tres años. Son organizadas por la OCDE (Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico) y en la edición 2012, participaron cerca 510.000
menores de 65 países, que fueron examinados en las asignaturas de Ciencias,
Matemáticas y Lecturas. Esta evaluación, fundamentalmente, se preocupa por
precisar de qué manera el estudiante aplica el conocimiento en problemas que
surgen de la cotidianidad. Pero, además, al mismo sistema educativo, precisando
qué cosas funcionan bien, dónde y a través de qué políticas educativas.
Las pruebas PISA, no
surgen, entonces, como resultado de la discusión académica y menos aún
la promueve alguna entidad experta en asuntos pedagógicos o del conocimiento.
No están direccionada, por un equipo multidisciplinario en el cual tengan
cabida investigadores o científicos latinoamericanos o africanos. Es fácil
entender porque estos exámenes no contemplan asignaturas que en el siglo XXI
deben considerarse vitales, dada la grave crisis de valores existente en el
mundo y que le crean grandes retos a nuestros jóvenes: la Filosofía, la
Historia, el Arte, la Música, la Ecología, la Democracia. El especialista, en Sociología de la Educación,
el francés Chistian Baudelot, llamaba la atención sobre este aspecto y señalaba
que: “Han habido distintos intentos para discutir la metodología de PISA desde
un abordaje sociológico o pedagógico y ellos se han negado a participar en esas
instancias”.
En Colombia, los resultados de las pruebas PISA ha generado
un gran controversia y como siempre el gran sacrificado ha sido el docente. Le
enrostran, todo tipo de errores y por último se advierte de la necesidad de evaluarlo.
Una de las perversidades, de las pruebas PISA, es desconocer las grandes
diferencias existentes en el mundo. De todo tipo: geográficas, culturales,
económicas, sociales. Basta mencionar, que Colombia registra los niveles más
altos de violencia, en Latinoamérica (147) según Paz Mundial .Mientras que Islandia, ocupa el
primer puesto de los países menos
violento según Instituto para la Economía y la Paz.
Las pruebas PISA (2012) catapultaron la educación pública
China (Shanghái), vale la pena preguntarse, si los estudiantes fueron evaluados
sobre un aspecto catastrófico de la sociedad china actual, me refiero a la alta
polución. Precisamente, la contaminación ambiental en Shanghái, la capital
económica de China, ha alcanzado niveles de gravedad importante. En el 2010, la
contaminación ambiental provoco en este país perdidas económicas por US $176
mil millones y anualmente provoca la muerte prematura entre 350 y 500 mil personas,
según la Asociación Médica de China. Otro país, que se tiene como referente y
se añora tener su modelo educativo es el Japón, otro peso pesado de las pruebas
PISA. ¿Fueron, los jóvenes japoneses, evaluados sobre el impacto del
tsunami y la contaminación radioactiva?
¿Fueron, indagados sobre el flagelo del suicidio que azota a los jóvenes
japoneses? Las autoridades del Japón consideraron en el año 2012, que el número
de casos de suicidios entre estudiantes había alcanzado su máximo histórico al
superar la barrera de los 1.029 fallecidos. Por edades, el mayor incremento se registró en los jóvenes menores de 19 años
y en la franja de los veinteañeros se produjeron 3.302 suicidios.
Influye, en la decisión del suicidio la frustración
académica y el miedo a la etapa posterior al colegio. A un joven se educa ¿para la vida o para la
muerte?
El comandante Chávez, alguna vez expresó: “Formemos en
nuestros niños un corazón para lo
hermoso, para lo grande, para el sendero de la patria buena”. En Colombia es imperativo, educar a nuestros niños y jóvenes para la patria
digna, soberana, incluyente. Para que ningún colombiano le arrebate la vida al
otro. Para que científicos al servicio de la vida, como el Doctor Barriga Daza, no tengan que
morir asesinados, hay que educar y formar, más allá de las pruebas PISA.
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