Yo soy guajiro, por lo tanto hombre de frontera, conocedor al dedillo de las vicisitudes que vive mi tierra, hasta podría en canciones vallenatas describirle las dificultades por la que hemos atravesados durante décadas por no decir centurias, los guajiros hemos tenido que recurrir a cuanto ingenio y oportunidad se nos aparezca por tal de no morir de hambre y sed. El compositor Romualdo Brito lanza su grito lastimero en estos versos “Compadre yo soy el indio, compadre yo soy el indio/ que tiene todo y no tiene nada/. Yo soy el indio guajiro/ de mi ingrata patria colombiana/ que tiene todo del indio/ mas sin embargo no le da nada. O esta otra de Beto Murgas. Se oye un grito en el desierto/y una voz apagada/ se nota un destino incierto/ en el indio que trabaja. Verdaderos himnos de mi tierra.
Los mandatarios del orden nacional solo han realizado esporádicas visitas sociales, a enjuagar su fino paladar con exquisito Whisky escocés, con sus compinches y mucamas coterráneos, y el actual, presidente (Uribe) con sus consabidos consejos comunales, mete baza para irse adueñando con sus hijos de las bellas playas que le quiere arrebatar a los indígenas para entregársela al capital hotelero internacional.
Antes de la segunda guerra mundial, nos dedicábamos al comercio legal, con las Antillas y con Europa, había trabajo; después del hundimiento del Flora (Barco Alemán) frente a nuestras costas, vino la debacle para La Guajira, la desocupación fue general, se vivió una situación calamitosa, angustiante. La alternativa, el contrabando de café, ante la mirada soslayante del Estado, y de ese comercio ilegal que fue creciendo vivieron los altos funcionarios nacionales, los agentes de aduana, todos del interior pagaban altas coimas a sus superiores en Bogotá para que los enviaran a La Guajira, por lo rentable.
El contrabando en doble vía abarató la vida, es cierto, telas, electrodomésticos, licores, etc. y políticamente le generó beneficio a las encumbradas lumbreras del abandono estatal; popular es la canción de Escalona, El Almirante Padilla, barco de la armada que asoló a los contrabandistas guajiros entre ellos al Tite Socarrás, (conservador) donde Escalona le dice que acuda a donde su papá Laureano (Gómez), para que lo socorriera.
Desde los noventa, con la apertura económica se extermina la agricultura y se lanza la persecución más violenta y desbastadora contra el comercio en La Guajira, cierre de locales en Maicao, numerosos puestos de policía fiscal a lo largo de la carretera de la troncal del Caribe, y en contraste, Chávez declara puerto libre a Punto Fijo, ciudad venezolana a seis horas por carretera desde la frontera de Parguachón, el progreso comercial de esa ciudad se ve a la vista, tangible; opacando mucho más al nuestro.
Frente a esas medidas punitivas, para “favorecer a la industria nacional” ¿Que alternativa de solución ha planteado el gobierno colombiano? ¡ninguna! Con su desidia nos ha tirado al abandono, al sálvese quien pueda; lógico, el narcotráfico con su voluptuosidad económica nos permeó, y nuevamente el señalamiento contra el pueblo guajiro, sin ofrecerle nada a cambio. Hoy, es innegable que hemos sobrevivido en las fronteras colombo venezolana de la permisividad del gobierno venezolano, que a pesar de su perjuicio, nos provee de alimentos y combustibles que abaratan el costo de vida, hasta en materia de salud nos hemos beneficiado los fronterizos por la política de gratuidad en el vecino país de este derecho, que no tenemos en Colombia, (consultas, medicina, cirugías, etc)
Si algún agradecimiento debiera el gobierno colombiano, a gobierno alguno, que lo debe, es al gobierno venezolano, que le ha permitido apaciguar la inconformidad que hostiga la falta de fuente de empleo; la insalubridad que vive el pueblo indígena Wayuu, que muere de tuberculosis producida por el hambre, el abandono en todo los órdenes de la vida. Cuando las relaciones están tensas entre los dos países, solo deja al desnudo nuestra precariedad en las fronteras, la “normalidad” nos mata de a poco, en medio del silencio.
Pero la alharaca de los medios de comunicación privados, que instigan contra la personalidad de Chávez y el creciente prestigio de los gobiernos democráticos, progresistas y de izquierda en América Latina, vociferan como único interés nacional, la apertura comercial que favorezca a los industriales y el capital financiero, mientras que por detrás la confabulación burguesa con los Estados Unidos, asestan artera y cobardemente la puñalada trapera, permitiendo la ocupación de Colombia por parte de las tropas norteamericanas, prestando su territorio a la inamistosa potencia yanqui, para desarrollar operaciones de espionaje que ponen en peligro la unidad y la estabilidad que se va construyendo en América Latina, que incomoda a los intereses de las trasnacionales gringas.
Creo que es necesario que quienes militamos en el POLO, en los departamentos fronterizos con Venezuela, junto a las demás fuerzas democráticas, propiciemos prontamente un encuentro donde discutamos nuestra problemática y levantemos una plataforma de lucha que recoja nuestras aspiraciones para lograr una verdadera integración de los pueblos hermanos, que nos conduzca a la paz, la convivencia y la democracia.
Alberto Palmarroza Inciarte
Economista
Bogotá. D.E. Noviembre 22 de 2009
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miércoles, 25 de noviembre de 2009
EL OSTRACISMO DE LAS FRONTERAS
Publicado por JOSE CAMARGO P en 9:16
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